Breve Historia de Chile (vol. 1)
Sostén la bandera
sostén el pan
porque algún día
... seremos felices
He sembrado en mi pueblo
un manto de esperanza.
He puesto un vaso de leche
en las manos de cada niño.
Mi dignidad es su dignidad
porque el trabajo es el mismo
el esfuerzo de cada hombre
a través de la conquista del tiempo.
Y todo acabó
en un manto de humo y pólvora.
La sangre de mi pueblo
recorre las calles y se expande.
Atraviesa las puertas
... horroriza a mi mundo.
Entonces, me convertí en silencio,
vi la muerte de mi generación
directo en los barrios más pobres.
Desde el silencio grito,
ellos me sorprenden.
Corro... clandestinamente,
pero por sobretodo
... permanezco.
Permanezco
mientras mis hermanos desaparecen.
Permanezco,
comparto sus dolores y angustias.
Permanezco
para levantar mi voz,
escapando... con el temor constante
de morir... simplemente en vano.
Sin embargo muchos huyeron
o fueron desterrados
hacia los jardines del edén
que decoran al mundo libre.
Una gran sonrisa para la fotografía
y millones de rodillas temblando.
Quisiera salir de estas celdas
rompiendo sus barrotes uniformados.
Quisiera gozar del beneficio
de mi conciencia limpia
... y aún esperando.
Quisiera...
Me han encerrado en un cuarto
quieren matar a mis hijos.
Me han electrocutado,
esperando respuestas, cifras y años.
Me han lanzado al río
con las manos atadas al sistema
y he sobrevivido
y lo admito... sin quererlo.
Una ribera de clandestinidad
me acogió aquellos años,
desde entonces
observo a mi país arrodillarse
rindiendo tributo pagano
respeto... temor... humillación
cantando bien alto
estrofas marciales con furia
agarrándose fuerte al sistema.
Sólo un hombre es la clave
y sólo una acción basta,
una emboscada, un tiroteo
hombres dispuestos a morir por su raza.
Un humano yace en su auto
pero no está muerto,
esa muerte los encontró a ellos
desnudos, atados... frente a sus hijos
... en sus propias casas.
¿Podría pedir un poco de tregua
ahora que fallece en mis brazos?
Un poco de humanidad en ese agujero
en los hogares de la clase alta.
Un cadaver de un niño en la entrada
un plebiscito entre los muertos.
Un último grito de libertad.
Un último gesto de esperanza.
Un NO rotundo
... y con causa.
sostén el pan
porque algún día
... seremos felices
He sembrado en mi pueblo
un manto de esperanza.
He puesto un vaso de leche
en las manos de cada niño.
Mi dignidad es su dignidad
porque el trabajo es el mismo
el esfuerzo de cada hombre
a través de la conquista del tiempo.
Y todo acabó
en un manto de humo y pólvora.
La sangre de mi pueblo
recorre las calles y se expande.
Atraviesa las puertas
... horroriza a mi mundo.
Entonces, me convertí en silencio,
vi la muerte de mi generación
directo en los barrios más pobres.
Desde el silencio grito,
ellos me sorprenden.
Corro... clandestinamente,
pero por sobretodo
... permanezco.
Permanezco
mientras mis hermanos desaparecen.
Permanezco,
comparto sus dolores y angustias.
Permanezco
para levantar mi voz,
escapando... con el temor constante
de morir... simplemente en vano.
Sin embargo muchos huyeron
o fueron desterrados
hacia los jardines del edén
que decoran al mundo libre.
Una gran sonrisa para la fotografía
y millones de rodillas temblando.
Quisiera salir de estas celdas
rompiendo sus barrotes uniformados.
Quisiera gozar del beneficio
de mi conciencia limpia
... y aún esperando.
Quisiera...
Me han encerrado en un cuarto
quieren matar a mis hijos.
Me han electrocutado,
esperando respuestas, cifras y años.
Me han lanzado al río
con las manos atadas al sistema
y he sobrevivido
y lo admito... sin quererlo.
Una ribera de clandestinidad
me acogió aquellos años,
desde entonces
observo a mi país arrodillarse
rindiendo tributo pagano
respeto... temor... humillación
cantando bien alto
estrofas marciales con furia
agarrándose fuerte al sistema.
Sólo un hombre es la clave
y sólo una acción basta,
una emboscada, un tiroteo
hombres dispuestos a morir por su raza.
Un humano yace en su auto
pero no está muerto,
esa muerte los encontró a ellos
desnudos, atados... frente a sus hijos
... en sus propias casas.
¿Podría pedir un poco de tregua
ahora que fallece en mis brazos?
Un poco de humanidad en ese agujero
en los hogares de la clase alta.
Un cadaver de un niño en la entrada
un plebiscito entre los muertos.
Un último grito de libertad.
Un último gesto de esperanza.
Un NO rotundo
... y con causa.
posted by Oscar Flores at
5:22 p. m.
