LIBRO ROJO (BLOG CERRADO)

viernes, julio 22, 2005

Homeless

Sus ojos,
sus manos,
ese sol hermoso desde su ventana,
juntos esperando algo,
un trozo del plato que odias
y que comes
mientras me sonríes.
Una extraña sensación de pertenencia,
el cariño espontaneo de su madre,
las fotografías de sus años;
esa sonrisa heredada de marco en marco;
esa felicidad de juntos y todos,
de casa grande y juguetes caros;
un montón de figuras;
fotografías de años dorados,
que se repiten hasta hoy
cuando su sobrino intenta decir algo
y cae en un delirio de sonrisa,
sonrisa
... y más sonrisa.

Usted me contagia de sonrisa;
estos muros me contagian de sonrisa;
este edificio que es meta,
que es sacrificio y recompensa
me toman del cuello
y me sueltan en el diván de la tierra.
Se cristalizan estos ojos,
retienen cada detalle de su vida;
los colecciono en mi inconsciente,
para pegarlos en mi sucia retina.

Los acomodo en mi tablero
y la pongo a usted de reina,
mientras yo, peón aún
estoy dispuesto a morir
por usted, pequeña princesa,
mientras pueda sentirme cerca de su imperio,
aunque sea como un mueble viejo
o una anécdota en la mochila.
Este constructo blanco
detallado en vida,
me profundiza en usted,
me enamora
... me suicida.

Hay una esquina en la ciudad
donde faltan las caricias
donde todo es reducido
a la solución habitacional del gobierno,
y la chela y el pito
y la pala todo el día,
que marcan el principio
y el final de la travesía.

Familia rota de vientre endurecido
vomita blasfemia adolorida.
Se destruye progresivamente,
inconscientemente.
Ellos no sonríen,
no tienen fotografías,
hay un poster viejo de revista
adosado a su ventana.
La indiferencia que rosa lo normal
los lleva a un camino sin salida.
Los matan... los asesinan.

Tome mi mano,
abraseme fuerte,
quiero que me comprenda:
lo he visto todo,
alguien quizo que lo viera todo,
para algún día mostrarselo a usted
y al mundo,
al pobre,
al rico,
a la clase media,
al de la esquina, al rematado,
al de lo alto, al bien amado,
al suertudo, al esforzado,
a un alegre maniquí de intento suicida,
a un silencioso hombre oso adinerado,
a la estela que deja un humano sin esperanza,
porque teniendo todo el dinero,
porque con toda la familia,
porque el dolor lo enseña todo
o la lección que deja el fracaso:
la felicidad no se transa
por nada del mundo.

Pero yo vine aquí
a hacer negocios con usted.
Le ofrezco un millón de poesía;
una madre capaz de morir por amor;
un cuñado loco, un genio incomprendido
que vaga por el mundo ocultándose de todo;
un joven inseguro
que tiene flojera de existencia.
Una ensalada de viento y arena.
Una reunión familiar de antaño,
risas, comida y baile,
una velada austera de unión y sigilo,
un mundo pequeño para un universo benigno
y finalmente...
le ofrezco a un líder del infortunio,
un tanto triste de noche,
inseguro, tímido, parlanchín e inocuo,
un falaz ejemplo de resilencia
cuando junto sus muros con los míos.

Le ofrezco todo
sin concursos ni sorteos.
Transo mi paquete de vida

... por uno sólo de sus besos.

Aunque la felicidad
no se transe por nada del mundo.



(Lejos, una de las mejores cosas que he escrito. Me salió de las visceras una noche que pensé estar en la cima de la felicidad, quizás sin merecerlo)