Parques para Corazones Rotos
Silencio
¿Esperamos a alguien,
cierto?
Ella vive en ciertos castillos
de aire, agua, plumas
espejos cristales.
Allá arriba.
Muy,
muy alto.
O quizás no.
Quizás, a la vuelta de este parque
habita estas tierras
¿Esperamos algo,
cierto?
¿Qué es?
Quizás ella aparezca
con su estela de compañía,
sonriéndole al mundo,
en su gloria y majestad
pero...
Ellas no vendrán.
Ellas no saben que estamos acá,
contabilizando emociones
de detalles irreales,
pero siempre posibles
en la mente enamorada
de sólo un individuo.
¿Por qué estamos aquí
todos los años,
como una cábala macabra?
¿Qué se busca,
qué se encuentra?
El problema,
ese de encontrar
al gran hombre,
a la gran persona,
al romántico empedernido,
al auténtico cristiano,
al cariñoso amante,
al consejero del alma,
al más leal ser humano,
al amigo de buenas y malas,
no es de usted
¿me escucha?
No es de usted.
Es de ellas...
¿Qué cree usted?
¿Qué ella aparecerá
entre fierros y maderos
exigiendo abrazos,
retornando besos?
¿Qué es
este parque?
¿Un símbolo de esperanza?
No se me ponga triste
frente al crepúsculo rústico
de una góndola que llora risas.
La gente observa extrañamente
al duo del quebrado y el curador.
No fluyen doncellas en lo urbano,
ni llueven sonrisas a mi alrededor.
La vida es triste y fría.
Es el viento que azota calles
y congela emociones.
El amor nos repara la vida,
aunque sea con damas de fantasmagoría.
Es hora de absorber
ese aroma de inframor adquirido,
danzar con sus sombras,
impartir cátedras de desdicha,
padecer psicosomáticamente
hasta perder la razón,
compartir historias,
repetir lecciones
y volverlas a extrañar.
Pero no importa,
ustedes saben que estaré ahí,
visitando parques para corazones rotos,
escuchándolos,
acompañándolos,
quizás sea
-y ustedes bien lo saben-
porque yo...
yo también soy un parque.
¿Esperamos a alguien,
cierto?
Ella vive en ciertos castillos
de aire, agua, plumas
espejos cristales.
Allá arriba.
Muy,
muy alto.
O quizás no.
Quizás, a la vuelta de este parque
habita estas tierras
¿Esperamos algo,
cierto?
¿Qué es?
Quizás ella aparezca
con su estela de compañía,
sonriéndole al mundo,
en su gloria y majestad
pero...
Ellas no vendrán.
Ellas no saben que estamos acá,
contabilizando emociones
de detalles irreales,
pero siempre posibles
en la mente enamorada
de sólo un individuo.
¿Por qué estamos aquí
todos los años,
como una cábala macabra?
¿Qué se busca,
qué se encuentra?
El problema,
ese de encontrar
al gran hombre,
a la gran persona,
al romántico empedernido,
al auténtico cristiano,
al cariñoso amante,
al consejero del alma,
al más leal ser humano,
al amigo de buenas y malas,
no es de usted
¿me escucha?
No es de usted.
Es de ellas...
¿Qué cree usted?
¿Qué ella aparecerá
entre fierros y maderos
exigiendo abrazos,
retornando besos?
¿Qué es
este parque?
¿Un símbolo de esperanza?
No se me ponga triste
frente al crepúsculo rústico
de una góndola que llora risas.
La gente observa extrañamente
al duo del quebrado y el curador.
No fluyen doncellas en lo urbano,
ni llueven sonrisas a mi alrededor.
La vida es triste y fría.
Es el viento que azota calles
y congela emociones.
El amor nos repara la vida,
aunque sea con damas de fantasmagoría.
Es hora de absorber
ese aroma de inframor adquirido,
danzar con sus sombras,
impartir cátedras de desdicha,
padecer psicosomáticamente
hasta perder la razón,
compartir historias,
repetir lecciones
y volverlas a extrañar.
Pero no importa,
ustedes saben que estaré ahí,
visitando parques para corazones rotos,
escuchándolos,
acompañándolos,
quizás sea
-y ustedes bien lo saben-
porque yo...
yo también soy un parque.
posted by Oscar Flores at
4:55 p. m.
